VERACRUZ EL PARAÍSO GAY QUE NO ES PARA CUALQUIERA PARTE 2 LA SOBERBIA
Sin duda si el dios Baco hubiera visto, los buenos tiempos de la vida nocturna y clandestina Jarocha sentiría mucho orgullo, pero, si hubiese visto la Soberbia, envidia sentiría…
Cual bacanal de la antigua roma todo fluía a chorros, a mares, a manos llenas, bebida, placer, bajas pasiones, lujuria, fetiches, efectivo, cuerpos de todo los tipos desde los cotizados efebos, pasando por aquellos más sólidos y viriles hasta llegar a aquellos con años de experiencia que controlan el ritmo de la noche, eso a los cuales hay que complacer si se quiere tener su favor ($), todos fundidos en una historia que se repite semana a semana hasta el amanecer… Para muchos era lo más bajo de Veracruz para otros un motivo para viajar desde distintas partes del país solo para corroborar si esas experiencias casi míticas podían ser verdad.
Imagínate un lugar donde no hubiese reglas, donde lo que ves se puede consumir, sin nombres, sin etiquetas, sin porqués, sin prejuicios, donde puedes ser tu sin limitaciones, donde no importa tu historia, tu pasado, tu estatus, tu imagen, donde eres solo uno más que busca lo mismo que todos ¡GOZAR!. En este mítico lugar la carta se pasea apenas cubriendo lo necesario de lado a lado, haciendo a la vez de mesero, fichero, atractivo visual y más… Si te apetece le hablas al tiempo que te dicen lo que hay en la barra para beber mientras ves o tocas esa carta viviente, claro dejando su respectiva propina en esa minúscula prenda que muy apenas cubre todo lo que te puedes comer… Si lo deseas allí mismo podías degustar esos sabores, sentir esas texturas, oler ese deseo que emana los cuerpo que allí se mostraban sin pudor.
Eso era la soberbia, un lugar de arrabal y mala muerte que provocaba cumplir tus más bajas pasiones, discretos, casados, machines, obvias, jotas, vestidas, trans, de la alta, de la baja, de la media, del gobierno, de la iniciativa privada, de todos los lados, contextos, estatus, y condiciones coexistían en este lugar.
La oferta era variada pero siempre local, desde esos cuerpos comunes de cualquier costeño, pasando por aquellos más desarrollados con músculos firmes forjados entre el salitre y el vivo sol de Veracruz, llegando a aquellos que podían invertir en un gym de barrio, para finalizar con esos que eran esculpidos casi a mano… Pero allí no para la cosa, altos, bajos, lampiños, peludos, fornidos, gorditos, jóvenes, maduros, expertos, novatos, casados, con novia, solteros, divorciados, etc… Era verdaderamente un buffet digno de Eros.
Todos cortados con la misma tijera, todos con un interés común, la ficha, el privado, la propina, el dinero. Sin poses, sin egos, sin reglas, ni límites, ellos están para servir, para hacerte realidad tus caprichos y fantasías, para tratarte como ningún otro lo ha hecho, para darte como jamás te han dado y como nunca jamás te volverán a dar... Esto resultaba no solo transgresor si no perturbador para alguno pues, ellos, auténticos ejemplares de machos veracruzanos, costeños, mestizos, mulatos, negros, morenotes, chacalones, mayatones y uno que otro guapo que resaltaba del resto, privados de conocer su verdadero valor como persona a manos de una sociedad que dicta lo que son y lo que pueden llegar a ser de una forma tan firma como cruel, paralelo a ese pensar único que solo hay en Veracruz (la ley del aguacate) eran la opción ideal para aquellos que con sus recursos pueden comprar voluntades.
La marginación como siempre abriendo la ventana de oportunidad para que el que tenga goce, disfrute y se divierta “a costillas” de aquel que tiene necesidad, bien dicen por allí que quien vive de propinas no puede decir que no a una, más cuando esa propina es más de lo que se gana en toda una semana de trabajo de sol a sol, más cuando esa propina no es para uno si no para alguien inocente que espera en casa, más cuando esa propina puede ser la diferencia entre salir adelante y quedarte en el barrio… aunque para no mentir también hay que decir que esa propina es a su vez el gancho que los mantiene allí, trayéndoles comodidad, su vicio, sus gustos a cambio de algo que de todas maneras en este Veracruz mágico iba a pasar (mayatear). Que mejor que hacerlo en grande, en un lugar donde seguro cae la propina, donde no hay que buscarle… Reza el dicho que en el puerto (la villa) del señor hay de todo.
Unos dotados de belleza otros de centímetros algunos más de carisma y otros de simple voluntad, todos tenían algo que los hacia atractivo y deseables a su manera. Combinado con la atmosfera oscura, clandestina, vulgar, lujuriosa, barata, económica y simple, donde costaba más un agua que una cerveza, donde ellos estaban siempre en ese punto exacto de la peda, donde están consientes pero animados, decidíos y en modo entrón a todo… en ese modo que los hace besar, acariciar, abrazar y cotorrear en confianza con quien sea. Manteniendo aun la sobriedad suficiente para paraguas en cualquier instante. Y si no, no faltaba aquel vendedor de dulces que de un “jalón” solucionaba el pedo.
Para el visitante foráneo acostumbrado al glam del arcoíris era un shock ver a un joven verdaderamente guapo en manos de alguien que a su criterio no tendría porque tenerlo, ver esos besos apasionados, esas caricias sin restricciones, esa interacción que en las ciudades de donde provienen es impensable tener de una forma tan sencilla, aquí es verdad, si esa visión no es suficiente para abrumarte voltea y ve como le dan rienda suelta al “wawaso” allí delante de todos sin pena, otro giro más y veras como esos pechos masculinos para algunos grotescos son como un juguete para esos meseritos que quieren ganarse su propinita, no te basta eso, camina a los privados y sin ver, solo cierra los ojos y escucha esa sinfonía de jadeos de placer, ahora ábrelos y disfruta el panorama, machines peludos grandotes con cara de mata chotos, pajaritas quebradas mal maquilladas con voz hiper aguda, transformes perdiendo todo el glamour y pudor ante el placer, todos atendidos por igual… ¡Impactante! ¿Cierto?… el corazón se te acelera, el cuerpo reacciona, quiere ser partícipe de ese bacanal de eso prohibido, no sabes si es legal, no sabes si es permitido, no sabes si tú que no estás acostumbrado a ese desenfreno podrías intentarlo… pero justo en medio de esa catarsis es cuando la realidad te devuelve a ti, allí estas tú, en ese salón lleno de gente, siendo agasajado no por uno, si no por dos ejemplares jarochos, manos te hacen falta para sentir todo aquello que se restriega por tu cuerpo, te entregas a la lujuria sin pensarlo poco a poco te unes a ese mar de emociones, hasta que ese gruñido seguido de ese golpe cálido y cremoso llena tu ser… eso mi amigo era la soberbia un conocido bar de ambiente de acá de Veracruz puerto. Eso mi amigo es el epitome de lo que era la vida clandestina y nocturna de Veracruz.
De allí viene ese misticismo del mayami jarocho, del chacal del puerto, los nacidos aquí tienen en la sangre ese “no sé qué, que, que se yo” que envenena a los citadinos.
Para algunos sonara irreal, grotesco, vulgar, impensable, pero, para los valientes fue una grata realidad.
Saludos mi gente.
Espero les haya gustado este texto
Saludos.
Atte: Zcort
TW: @ByZcort
Y ha no existe ese bar entonces, pero creo que habrá más, porque no publicas algo así como una gia de lugares y como disfrutarlos al maximo...
ResponderEliminarExcelente relato de la vida nocturna de ese hermoso puerto.
ResponderEliminarSaludos.
Fue hermoso😭. Sentí tantas cosas con solo leerlo🤩 eres un gran escritor y buen maestro de la vida. Sigue así por favor
ResponderEliminarque ganas de visitar Veracruz!
ResponderEliminarExcelente relato, recordar es vivir! Para complementar la escena a los lectores: no era un lugar para cualquiera, se necesitaba valor, desinhibición o valemadrismo para atravesar esa puerta de tablones verticales con apariencia de estar medio sujeta, a punto de caerse, con una altura menor al promedio pues por precaución te agachabas un poco para entrar. Al alzar la mirada, una vez dentro, veías ese tuburbio que rayaba en la clandestinidad. En escuadra al rededor de la pista, del lado por el que entrabas y del lado derecho, las mesas y los bancos de madera sólida hubieran descalabrado a más de uno en caso de que se armara el zafarrancho. Pero eso no pasaría allí, no en ese lugar, el after por excelencia donde no importaba a qué antro o bar hubieras ido, buga o gay, fashion o warrior, todos los que querían seguir de fiesta y dar rienda suelta a sus bajas pasiones allí se encontraban. Al centro la pista que tenía por techo una lona de plástico, al fondo se encontraba una rockola con las canciones himno por excelencia y al lado izquierdo la barra, empapada por la abundante espuma de todas las cahuamas que no dejaban de destapar durante la noche. Creo que faltó mencionar anécdotas que agregaban cierta fama y misticismo al lugar, como la historia de jayro, quien allí cometió homicidio. Después de pasarla en ese lugar, salías, te deslumbraba la luz del sol, si tenías hambre o algo allí se encontraba chabelita con su carretilla, para después dirigirte a hacer lo que fueras a hacer esa mañana.
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