Como todo lo que está bajo el “umbral de la bisexualidad” la
mayateada tiene 2 orígenes, que se mezclan en este tan bonito mundo llamado
sexualidad.
El primero viene del lado “hetero” del despertar de la
sexualidad (a la edad que esta sea), es cuando empiezan a tener esas primeras
erecciones, sueños húmedos, pensamientos morbosos, reacciones fisiológicas,
vaya cuando te entran las ganas de coger.
Como todo hombre a esta edad tienes ganas de coger (aunque
no sepas ni lo que es, ni como se hace, ni por donde se mete) y por instinto
llegan las chaquetas, las ganas de enterrar el fiero donde sea, si tu mi lector
vives en el campo sabes que hay mucho vatillo que a esa edad se chinga
gallinas, perros, o lo que se deje, es más hasta con moscas, si vives en la
ciudad sabrás de más de algún compañerito que usaba la cascara del plátano, un
bistec, o cualquier cosa suave para jalársela.
Al andar con la hormona y el fierro a todo lo que da uno lo único
que quiere es desfogar esas ganas, con quien o lo que sea
Ahora el segundo viene del lado del ambiente
A esta edad (equis edad) uno ya quiere y puede ponerle, pero
no hay con quien y aunque hubiese no se puede por muchos motivos llámese, religión,
ley, moral, etc… pero (aquí entra en juego lo que siempre les he mencionado que
este mundo tiene tintes “fuera de la ley”) hay quienes se la juegan, quienes ya
saben cómo es la movida, esas personas que saben que a esta edad están como
papaya tierna, madamas los aprietas tantito y ya les sale toda la melcocha.
Esto claro, está mal, sin embargo es un acuerdo sin
palabras, es un truque, es un intercambio de favores. Es algo que no se dice,
de lo que no se habla, pero de lo cual los dos salen beneficiados y los dos
entienden su parte.
Uno no raja y el otro no habla
Uno se desahoga y el otro se satisface.
Uno tiene la necesidad y el otro la accesibilidad
Este tipo de trueques, sin palabras, de entendimiento mutuo,
son los que marcan el inicio de la mayateada.
Al crecer evidentemente uno ya no necesita callar, al llegar
a determinada edad sabe que ya puede pisar a gusto ya sea con una pucha o con
un culo de vato. Hay quienes dejan este desmadre, hay quienes se quedan, la decisión
es respetable.
Pero para los que se quedan es entrar a una nueva etapa en
su sexualidad, el silencio quedo atrás y el truque ya no es el mismo.
De aquí en más, es donde cada quien, se va definiendo en
quien será para la vida adulta.
De aquí en más, salen los diversos personajes de los que
hablamos, chichifos, mayates, chacales, los que se dedican al showbussines, las
mismas personas de ambiente (BP), etc.
Como dato curioso, quienes realizan esto que se mencionó son
aquellos que por naturaleza tienen tanto el “caquimetro”, como el “ojo clinico”
(gaydar), ya que entre ellos mismos se detectan, por eso al llegar a la edad
adulta para ambos, es fácil detectar cuando uno finge, de aquí la gran
diferencia entre los chacales, mayates, osos, cabrones, varoniles, con las chacalocas, chichifas, osas, “masculinos”
y musculocas. La diferencia no radica en la sexualidad como tal, sino en la
personalidad, la autenticidad de cada uno de ellos.
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